Relaciones
Sólo con pensar en la palabra relaciones creamos automáticamente una imagen mental de pareja, o relación amorosa, pero nos olvidamos en dónde empieza todo, donde realmente se encuentra el origen, la fuente y el brote del amor, del amor que damos al mundo y, lo más importante, el que recibimos de él.
Terapia tras terapia corroboro que sin una buena autoestima que nos sitúe en un sentimiento de amor a nosotros mismos, de sentirnos que somos dignos de amor, que somos maravillosos, que somos interesantes, divertidos … sentir que somos una buena persona y conocer cuales son nuestras necesidades; fracasaremos en cualquier relación que iniciemos, porque no se está empezando desde el lugar adecuado, desde el sentimiento de sentirnos “completos y dignos de amor”, rompiendo con la extendida creencia de “encontrar a tu otra mitad, tu media naranja”.
Por lo que antes de iniciar cualquier nueva relación tenemos que situarnos en el lugar correcto, y, desde esa posición, elegir a otra persona completa, otra persona que quiera compartir la vida contigo y que mutuamente os hagáis mejores, ahí renace la magia de la felicidad, del amor mutuo e incondicional.
Una relación donde se conocen las necesidades mutuamente de cada uno porque hay una comunicación fluida, una comunicación que nace desde la libertad y donde no se juzga. Una relación que está muy lejos de ser perfecta, porque la perfección es una línea que siempre se está desplazando; así que rompe también con la creencia de “buscar/ encontrar a la pareja perfecta”; porque es algo que nunca vas a encontrar, simplemente, porque no existe. No hay una mejor relación que la basada en la admiración, respeto y atracción física, aquí está la mezcla “perfecta” que da lugar a una relación real y maravillosa.