Madres tóxicas, ¿qué hacer?
No le des mayor importancia a las personas con las que estás genéticamente conectado.
Es algo que sucedió y no puedes hacer nada al respecto.
Tu identificación con el cuerpo es demasiado fuerte, por eso te sientes y haces más caso a la conexión de sangre que a tu inteligencia.
La inteligencia de tus células. La que sigue funcionando pase lo que pase en tu vida.
Lo curioso de la maternidad es que es algo que nunca nadie ha sabido responder a cuál es la mejor forma de hacerlo. Nunca dejas de aprender.
Lo mejor que puedes hacer si crees que eres una madre tóxica es poner el foco en ti, para volverte de la forma que te gustaría ser. Para crear el ambiente adecuado.
Aunque sigas siendo una madre imperfecta.
Dejas de ser una madre controladora y te posicionas ahora como proveedora de oportunidades.
Cómo seas como ser HUMANO es una parte vital a la hora de criar a tus hijos.
Pero a ti hija, ¿cómo lidias con una madre tóxica?
La forma de relacionarte con una madre tóxica es poner la distancia necesaria en la que puedes estar bien.
Poner límites y hacerlo sin CULPA. NO entrar en discusiones que sabes que no tienen fin.
Porque la felicidad de tu madre depende de tu madre, NO de ti.
Disfrutar lo que puedas disfrutar cuando elijas estar con ella.
Tienes derecho a ello. Es tu vida. Es tu elección.
Porque tu madre es la responsable del vínculo que ha creado contigo. Como hija no es tu responsabilidad.
Si te centras en cambiar a tu madre “imperfecta”, en lugar de poner los límites, sacrificarás otras relaciones porque tu energía y foco sigue conectado a tu madre tóxica.
¿Cómo te aseguras de no repetir el patrón con tus hijos?
Pon distancia con tu madre.
Pon el foco en ti. En lo que necesitas “reparar” en ti.
Cuando aplicas estos dos puntos dejas de comportarte como hijas y empiezas a actuar como mujer.
Familia es sinónimo de conflicto.
El cambio siempre empieza en ti.
No esperes a que tu madre te comprenda, te entienda o te apoye. Porque eso es un síntoma más de que aún no te has liberado de ella para vivir tu propia vida.
Deja de culpar y ¡actúa!